Que nos interese el agua es normal: se trata de un imperativo biológico. Sin embargo, que nos interese desde el punto de vista estético no está tan claro. Solo necesitamos una acumulación de agua más o menos importante o un salto de agua para que nos sintamos obnubilados. ¿Tendrá también la estética un trasfondo biológico? ¿Nos toparemos siempre, al decapar el espíritu, con las necesidades fisiológicas?
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