Sabido es que la luz natural, al atravesar un prisma, puede descomponerse en colores. Intento lograr una muestra de iridiscencia, pero el aspecto final se parece más a la monocromía que al arcoíris. Pero no hay mal que por bien no venga: surgen unos reflejos parecidos a los anillos de Newton, un tornasolado que rompe con la monotonía del vidrio.
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