El tópico es evidente: los perros y los gatos se llevan mal. Pero, recurriendo a otro tópico para rebatir el primero, se puede decir que una imagen vale más que mil palabras. Estamos aquí ante un gato sabio y una perra pacífica. El gato, sabedor de la calidez del pelaje del otro animal, se arrima a él siempre que puede. Y la perra, ¿por qué lo tolera? Será porque la compañía es, no ya un privilegio, sino una necesidad para la mayoría de mamíferos.
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