He aquí dos mundos, separados tan solo por el reflejo de un espejo de 3 mm de grosor. Uno es gris, triste, industrial, constreñido por unas verjas; el otro es alegre, vivo, dotado de vegetación y de un cielo azul esperanza. Quizá solo sea, más que una imagen reflejada en un espejo, un auténtico espejismo, el que vislumbramos al mirar atrás e idealizar lo que hemos perdido. ¿Las llaves del coche?
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