Estos son los ingredientes básicos de la mayoría de nuestras iglesias: piedras para conformar una carcasa perdurable; madera para labrar las imágenes que se van a venerar y para los bancos sobre los cuales asistir a los oficios religiosos, y luz... luz para iluminar el alma y trascender lo corpóreo. Sin ella, todo lo demás se convierte en la escenografía de cualquier teatro.
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