Aunque sin máscara. Es el encuadre, en el individuo de la izquierda, y la farola, en el de la derecha, quienes mantienen en el anonimato a estos dos transeúntes que se mantienen ajenos a la fotografía. Y digo transeúntes y no paseantes porque, de estos, los hay muy pocos. El paseo es un lujo en estos tiempos nuestros de ajetreo inducido.
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