El tacto es un sentido generoso, siempre y cuando se le permita ejercer como tal, detectando texturas. El problema surge cuando traducimos los valores táctiles de un motivo a la mera representación visual que implica toda pintura, toda fotografía. Entonces no nos queda más remedio que buscar pistas, recurriendo a la indagación de la gama tonal... o a nuestros, con frecuencia embaucadores, conocimientos previos.
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