Parafraseando a las arrugas, podríamos decir que el asfalto es bello, eso sí, en situaciones determinadas y dando un voto de confianza a los "nuevos materiales" -y también a la nueva basura, a menudo sorprendente-. Se coge un poco de alquitrán, unas baldosas blancas y un par o tres de colillas y, tras pasarlos por la cizalla visual que es el visor de toda cámara, le voilà.
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