El gradiente de tamaño es un recurso magnífico para representar la profundidad en dos dimensiones, siempre y cuando tengamos una idea aproximada de las medidas reales del referente. Un alienígena que, de repente, aterrizara en nuestro planeta, podría suponer, por ejemplo, que tenemos farolas mucho más altas que las montañas. Habrá que patentarlas...
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