Así como las tomas en contrapicado se nos antojan más o menos naturales, supuesto que a menudo inclinamos la cabeza hacia arriba para observar cualesquiera cosas que están a más altura que nosotros, las vistas desde un ángulo nadir, o contrapicado extremo, son ajenas a nosotros, salvo que nos tumbemos boca arriba en el suelo. Así, los límites de nuestra anatomía determinan los límites de la naturalidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario