Es la víspera del día de Reyes. Camino por unas calles más desangeladas que nunca, quizá por el frío, quizá por la penumbra, o tal vez por la falta de viandantes. Los niños han ido a ver, junto con sus más que nunca solícitos padres, la cabalgata de SS. MM., que recorre el centro de la ciudad. Los barrios periféricos están desiertos, pero alguna que otra luz nos recuerda que la ausencia es solo temporal.
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