Así se ve el mundo desde la ventana de mi departamento. Es una luminosa y fría mañana, y en el patio del instituto apenas hay algún que otro estudiante. Parece que los árboles, en ausencia de estos, se arroguen el protagonismo. Y es que la suya es siempre una presencia silenciosa, de aquellas que echamos en falta solo cuando físicamente no están: desierto no es la ausencia de personas o animales; desierto es la ausencia de árboles.
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