En una zona dominada por las masas, sobre todo masas negras, grises y negras, el ojo busca afanosamente algunos puntos de anclaje, y los encuentra en las líneas paralelas que la atraviesan por la parte superior. Franqueadas estas, nos adentramos en un limbo deslumbrante en el que apenas apercibimos, desdibujado, algo parecido a un oasis. Estamos sedientos.
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