Entre el caos formado por el antepecho de la ventana, las barandas de la pasarela, las escaleras de la derecha, la caseta, la piscina, los cables eléctricos que se cruzan y la masa vegetal del fondo, destacan las tumbonas, promesa de felicidad efímera entre tanto desorden. Porque la quietud tiende al orden, y este, a la felicidad. Descanso... eterno.
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