Los humanos somos tan extraños y prepotentes, que a todo le atribuimos cualidades humanas. Es lo que los literatos llaman personificación. Por ejemplo, cualquier par de círculos dispuestos a una distancia razonable, tendemos a verlos como unos ojos que nos están mirando. La lástima es que no tengan los efectos apotropaicos de las ilustraciones medievales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario