El valle de Sant Daniel, dentro del término municipal de Girona, guarda un extraño equilibrio entre lo natural y lo humano, aunque cada vez más la balanza se decanta por esto último. En la imagen parece que la maleza ha salido triunfante, pero de forma precaria: al fondo, la ropa tendida, inmejorable metonimia de la civilización, nos recuerda quién manda y quién es el mandado.
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