Esta podría ser una fotografía completamente normal: el tránsito diurno de una calle en un día cualquiera. Sin embargo, la estridencia ocasionada por una intensa manipulación digital provoca que el motivo quede orillado y nos quedemos solo con el artificio. Y ahí está el problema: el artificio solo se justifica cuando está al servicio de la expresividad, no de la mera experimentación.
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