Tras el agua, tal vez sea la cerámica esmaltada la primera pantalla de la humanidad, en tanto que plasma una imagen ajena a su propia naturaleza. No obstante, la diferencia con nuestros televisores, ordenadores y dispositivos similares es abismal: no emite una imagen, sino que refleja la que se muestra ante ella. Es el suyo un mundo más limitado, pero también más veraz.
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