Hoy llueve. Perdemos la sensación de humedad y bochorno, así como también la percepción del agua deslizándose por nuestras partes expuestas y el ruido del chapoteo al caminar; perdemos incluso, al captarla con la cámara, la acción misma de llover, pero nos queda el registro visual del cielo plomizo y de unas cuantas gotas que se han agarrado, en un último intento para no perder la individualidad, al vidrio de la ventana.
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