Desde tiempos inmemoriales, las cimas de las montañas han tenido una consideración especial. Han sido símbolos de las naciones, rematados con banderas; lugares de peregrinación en los que se han alzado iglesias, ermitas, monasterios y cruces; puntos geodésicos establecidos por el Instituto Cartográfico Nacional. Pero parece que ahora se han convertido, casi todas, en el símbolo del poder y de la ubicuidad de la tecnología. Pocas quedan sin antenas repetidoras.
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