Contrariamente a lo que se cree, la mayoría de espejismos no tienen lugar en los desiertos, sino en nuestras acristaladas ciudades. Caminamos por cualquier calle y las superficies reflectantes nos proyectan mundos de ensueño, porque la imagen de la imagen que observamos está pasada por el cedazo de lo imaginario, y este se nutre de la promisión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario