Al igual que quienes viven en el campo pueden salir a pasear y gozar del entorno, nosotros, los urbanitas, también podemos hacer lo propio. Salimos de casa y, lógicamente, no nos encontramos cultivos, árboles o pájaros; nosotros gozamos de contenedores sucios, de carteles en fase de descomposición, de bicicletas aún sin robar y otras lindezas. ¡Cuánta belleza nos rodea!
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