Empieza hoy el año, y también el día. Me levanto, voy al piso de arriba, subo la persiana y tomo la primera imagen de 2011. Bajo un cielo encapotado, dos gaviotas graznan alegremente, ajenas a la relevancia de la fecha y a nuestras contingencias: se posan sobre el humano voladizo de un edificio como podrían hacerlo sobre cualquier peñasco. Su única y bendita referencia es la Naturaleza; la luz, el tiempo, su cortejo y su hambre.
