Filamento en su hábitat

 

Un filamento es, visualmente hablando, muy poca cosa. Cuando bregábamos con la fotografía analógica, incluso era considerado como el resultado del rayado del negativo o un hilacho pegado en el objetivo o el papel. Bien acompañado aquí, y resaltado sobre un fondo oscuro, adquiere una prestancia tal, que lo convierte en la estrella, con permiso del ángel.

Silueta

 

El enorme poder de una silueta -nada más que una sombra en realidad-, radica en que constituye la presencia de una ausencia, lo que equivale a enigmático y, con él, a una retahíla de preguntas: ¿es un hombre o una mujer? ¿viejo o joven? ¿desnudo o vestido? ¿guapo o feo?, y mil más. Solo tenemos un agarradero, que es el de la certidumbre de la existencia. A partir de ella, el infinito.

Es cultura

 

Arte, relieves, iconografía, religión, propaganda, ampulosidad, botánica y cantería. Todos son términos vinculados a la cultura, cultura concentrada en unos pocos metros cuadrados. Pero ninguno describe el arrobamiento de quien pasó bajo esta puerta hace cuatrocientos años. Nosotros, ebrios de obras de todo tipo, nos hemos olvidado de las emociones.

Polvo somos...

 

Extrañamente, a la mayoría de los humanos nos atrae lo decrépito, o quizá debería puntualizar que atrae a la mayoría de humanos con ramalazos nostálgicos. Esta tienda, que lleva años cerrada, puede ser un buen ejemplo; metáfora del paso del tiempo. La actividad se detuvo un día, y a partir de entonces la quietud se apoderó de ella en forma de polvo acumulado, reloj de arena sin reloj.  

Por la tangente

 

Salirse por la tangente, cuando consideramos imágenes, implica sangrar fuertemente los referentes y potenciar el fuera de campo. Se crea entonces una tensión visual muy interesante: el ojo, consciente de que le están escamoteando buena parte de los elementos representados, se revuelve por los márgenes para intentar "completarlos". En la foto superior, sin embargo, más que salirse por la tangente, se sale por la secante.

Otoño en primavera

 

Yo, que debo admitir mi condición de ignorante en botánica, me sorprendo de estos árboles con los que topo de camino a casa. No es que tengan nada especial, sino que precisamente por lo que parece que no tienen: hojas verdes. Estamos, desde hace casi una semana, en primavera, y mantienen el aspecto mustio del otoño. Lo peor de todo es que este aspecto se contagia con suma facilidad. Suerte del color salmón de la fachada...

El orden geométrico de las cosas

Damos por hecho que un sitio poblado por árboles es un bosque, cuando, como en este caso, a veces que dista mucho de serlo. Podría argüirse que, para ser bosque, habría que cambiar las losas por tierra y habría también que añadir hierba y matorrales. Bueno, quizá sí, pero creo que la clave está en la disposición geométrica de estos árboles, ajena a la naturaleza, ajena por tanto, al bosque.