sábado, 19 de febrero de 2011

Texturas acuosas


En ocasiones, tengo la sensación de estar rodeado, más que de personas, animales de diverso pelaje y cosas, de texturas, como si tuviese una grave miopía que me impidiera distinguir los contornos. Esto puede ser, más que una fuente de desasosiego, una de relajación: la textura nos arropa cálidamente, sin pedirnos a cambio la obligación de percibir la rotundidad de los perfiles.

viernes, 18 de febrero de 2011

Enigmas y punto de vista


Tanta fuerza creativa tiene cualquier punto de vista, que basta con adoptar uno que no sea demasiado habitual, para descubrir un mundo nuevos de formas, colores y luces, para evocar los otros mundos ignotos que están agazapados en este, pero que renunciamos a buscar por pereza mental. Y entonces no tenemos más remedio que llamarlos enigmas, cuando en realidad son obviedades.

jueves, 17 de febrero de 2011

Llueve


Representar la lluvia misma no es fácil, aunque sí su efecto, como he hecho aquí. Me pregunto cómo se percibiría la lluvia antes de empezar a acristalar las ventanas, allá por la Edad Media, porque los cristales son el más fiel aliado de este fenómeno. Tras ellos, a resguardo, podemos contemplar estéticamente la caída del agua. Antes solo se notaba cuando el infeliz de turno se calaba hasta los huesos. Ni hay que decir que maldita la belleza que le encontraría.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Desbaratando tópicos


El tópico es evidente: los perros y los gatos se llevan mal. Pero, recurriendo a otro tópico para rebatir el primero, se puede decir que una imagen vale más que mil palabras. Estamos aquí ante un gato sabio y una perra pacífica. El gato, sabedor de la calidez del pelaje del otro animal, se arrima a él siempre que puede. Y la perra, ¿por qué lo tolera? Será porque la compañía es, no ya un privilegio, sino una necesidad para la mayoría de mamíferos.

martes, 15 de febrero de 2011

Ni bodegón, ni naturaleza muerta


Es difícil enmarcar esta fotografía en un género determinado. No es un bodegón, porque no se muestran alimentos ni flores; tampoco es una naturaleza muerta, porque no hay animales muertos. ¿Qué es, entonces? No lo sé; su género me resulta indiferente, pero no así su forma ni la connotación de la imagen. Es el escritorio de mi hijo, captado en su ausencia, que me remite a su presencia.

lunes, 14 de febrero de 2011

El fluorescente encendido


El único signo de vida que hay en estas oficinas es el fluorescente encendido. El interior está despojado de muebles, de empleados, de actividad. Pero ahí sigue la luz, que nos da a entender que alguien, protegido tras los cristales, prosigue con su trabajo aisladamente, ajeno a la soledad. O bien que otro alguien, en el súmum de la desidia en estos tiempos de crisis, se ha olvidado apagarla, y así seguirá hasta quién sabe cuándo. 

domingo, 13 de febrero de 2011

La estética de lo trágico


Se me antoja misteriosa la eventual asociación de lo estético y lo trágico, aun cuando desde hace mucho se ha asumido lo trágico como categoría estética. ¿Cómo se puede contemplar estéticamente lo que es fruto del sufrimiento? Dejando de lado la empatía, sin duda. Pero, entonces, ¿la estética nos hace más humanos, como pensamos, o nos deshumaniza, porque nos obliga a desprendernos de cualesquiera otras consideraciones no formales?