Las imágenes de paisajes que no comprenden ni siquiera una parte de cielo siempre son inquietantes. Parecen que desafían la lógica de nuestra visión que, en condiciones normales, está avezada a captar el suelo, un nivel medio o medio alto en el que se alzan edificios, vegetación, objetos y animales, y un nivel superior, el cielo, que corona la composición. Un paisaje sin cielo es, por ende, como un rey sin corona. Un soplo de aire fresco, en definitiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario