Anochece en mi ciudad. Se encienden las farolas, que proporcionan una luz amarillenta poco agradable, pero que ahorran energía. Los cables de electricidad siguen transmitiendo electrones a toda velocidad, que nos permitirán poner en marcha el ordenador y poder observar esta imagen. Arriba, mucho más arriba, la luna lucha por abrirse paso entre los nubarrones.
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