Aunque me parece peligroso aplicar sistemáticamente esta máxima al arte, es cierto que el sometimiento de la realidad a unas pocas líneas maestras, a modo de esbozo minimalista, proporciona a menudo resultados muy dignos. La fuerza de unas pocas líneas, el impacto de la combinación de dos o tres colores y una composición clara son suficientes para valorar las potencialidades de la austeridad icónica. Más en estos tiempos de crisis.
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