lunes, 21 de noviembre de 2011

La comodidad de la jaula


Llueve; bueno, más que llover, diluvia, pero poco me importa, porque contemplo a la raquítica parra soportando los embates del agua desde mi jaula de cristal, desde mi coche. Es curiosa la proliferación de cristaleras en nuestra época, supuesto que se fundamentan en una falsedad: aunque aparentan vincularnos al exterior y hacernos partícipes de lo que en él sucede, nos aislan en nuestras confortables jaulas de cristal.

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