Digo el azar de las cartas, y no las cartas del azar, porque paseando por el pueblo de Verges, me las encontré por azar, tiradas a lo largo de una calle. No sé si se trataba de algún conjuro, de algún ritual satánico o simplemente, de que se les habían ido cayendo a un caminante despistado, pero me inclino por esto último: a menudo el misterio no es más que una asociación azarosa de pensamientos, actos y objetos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario