martes, 22 de febrero de 2011

Los paraísos perdidos


No soy tan ingenuo como para pensar que toda arboleda y todo prado es naturaleza espontánea pero, aunque no lo sea, implica una participación de esta preponderante. El problema surge cuando los artefactos humanos ocupan sin recato los espacios en los que deberían supeditarse a la vegetación; el problema, en definitiva, es la falta de recato de nuestra civilización, sin el cual la integración no es posible.

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